En Teoría del cuerpo enamorado Onfray ha pretendido liberar al eros de las múltiples trabas a las que el cristianismo y la sociedad normalizada lo tienen sometido. En la estela trágica de Bataille, siguiendo los estudios históricos de Foucault, Onfray penetra en la piel de la sexualidad humana: filosofía, ética y política quedan entremezcladas en esta obra materialista y libertina, que contrapone la tradición de pensadores y poetas como Diógenes, Horacio y Demócrito a autores cristianos como San Pablo o San Agustín.
En un fragmento de su obra Michel Onfray señala el designio de la misma: ?Una geneaología del deseo, una lógica del placer y una política de las disposiciones permiten reflexionar, de manera entrecruzada sobre el papel de la falta, del ahorro y del instinto en la tradición idealista y renunciante, y luego sobre el exceso, el gasto y el contrato en la línea del materialismo hedonista. El conjunto brinda menos una respuesta precisa a las preguntas que siempre me he planteado sobre las mujeres que una tentativa de resolver de manera sosegada el problema de la posible relación entre los sexos?. Pasen y lean.
A día de hoy Michel Onfray se ha convertido en uno de los filósofos más interesantes de Francia. Pasada la resaca de la efervescente segunda mitad del siglo XX, Onfray ha aparecido como un soplo de aire fresco en la escena intelectual francesa. Su propuesta, cifrada en un materialismo hedonista, lúcido y socialmente subversivo, hereda lo mejor de esa corriente intelectual, desde la Antigu¨edad clásica (Epicuro, Lucrecio, los cínicos) hasta la Ilustración (Helvetius, Nietzsche, Deleuze). Onfray, como profesor de bachillerato, recuperó a un pensador olvidado, Georges Palante, nietzscheano de primera hora y nada heideggeriano. Con La sculpture de soi ganó en 1996 el Premio Médicis de Ensayo, en una obra que combina una ética política libertaria con una estética de la cura de sí.