En Japón, Takeshi Kitano sigue siendo ante todo "Beat" Takeshi: un multifacético bufón, en el sentido más noble del término. Este libro, sin embargo, se centra en el único Kitano que «existe» para el resto del mundo: el cineasta-autor que obtuvo el reconocimiento del sanedrín crítico mundial a partir de su séptima película, «Hana-Bi (Flores de fuego,» 1997). Desde ese momento, su filmografía anterior sería objeto de un interés antes relegado a las catacumbas del cine de culto, y el propio Kitano se embarcará en la difícil empresa de aproximarse con cada nuevo film a su propio prestigio. Se le define como post-modernista; como calígrafo hiper-formalista y heredero del más reconocible cine clásico japonés; como arquetipo del cineasta «oriental» (contemplativo, «naif», melancólico, viril). El análisis de sus películas en términos de estilo permite, cuando menos, considerar los supuestos que sostienen tales afirmaciones como etapas en el camino de legitimación cultural de la figura de un autor.