La primera edición de esta novela española que tanto éxito tuvo durante el siglo XIX salió de las prensas parisinas en 1801. La venta de libros procedentes del extranjero estaba entonces rigurosamente controlada en España, así que el único recurso posible era despacharlos de contrabando o entregarlos a viajeros españoles que hubieran cruzado la frontera. Fue así como Luis Gutiérrez, un gacetillero español establecido en Bayona, y el autor entonces anónimo de la novela, se la entregó a alguien que la hizo llegar hasta un librero de Bilbao. La reacción de la Inquisición fue la prohibición e inclusión de la obra en su famoso «Índice», que, sin embargo, comenzó a circular de forma clandestina hasta alcanzar con el restablecimiento en España de la libertad de prensa un enorme éxito editorial. Escrita en forma epistolar, los "impuros deseos" de un prelado por una joven, que le llevan a encerrarla en los calabozos del Santo Oficio para "ablandarla", presenta en el cruce de diversas correspondencias la inhumanidad y la depravada conducta del arzobispo de Sevilla y del Inquisidor General, con el propósito de denunciar la intolerancia religiosa.