Florencia seduce por su arte y su cultura, Toscana por sus ciudades y su paisaje que parece salido de los cuentos de hadas. Las iglesias y los museos guardan los más valiosos tesoros del Renacimiento de Europa, mientras que viñedos centenarios, olivos y colinas coronadas por cipreses forman uno de los paisajes más hermosos de Italia.
Para descubrir la auténtica personalidad de Venecia hay que ver primero sus grandes señas de identidad, como el Gran Canal, la plaza de San Marcos y el Palacio de los Dogos. Y luego dedicarse con tiempo a descubrir sus pintorescos rincones, con plazas e iglesias escondidas aquí y allá. Además en Venecia hay un mundo secreto al que sólo se pude acceder por agua. Una vez a bordo, el mundo resulta diferente y se ve la ciudad tal como se pensó al construirla, salpicada de antiguos edificios, jardines retirados y astilleros con góndolas en espera de ser reparadas. Aquí reside la verdadera esencia de Venecia.
Roma lo tiene todo: sol en cualquier época del año, gastronomía para todos los gustos y algunas de las mejores piezas artísticas y arquitectónicas del mundo. Es una ciudad de contrastes, en la que el esplendor de la antigüedad convive con la modernidad y el bullicio. En calles estrechas y sinuosas, con edificios de ladrillo conviven con boutiques, ultramarinos familiares, galerías de arte o restaurantes.
