Isidore Mugabonihera fue asesinado por el ejército burundés un día de octubre de 1965. A su familia se le prohibió guardar el luto, no lo pudieron enterrar, ni siquiera vieron su cuerpo. El hecho de no haber tocado este cuerpo, hizo aparecer una terrible duda: ¿Isidore estaba realmente muerto o no? Fueron necesarias muchas pesquisas y doce años para obtener una respuesta definitiva a esta pregunta.«He escrito esta Carta a Isidore, para colmar un vacío: hablar con él tanto como quisiera, porque esto me había sido prohibido. He querido contarle todo lo que pasó en Burundi durante estos doce años en que su suerte no había sido aún fijada definitivamente. He escrito porque quería dar testimonio del curso de mi vida después de la desaparición brutal de este ser querido. Espero que todos aquellos que vieron desaparecer trágicamente a los suyos en 1965, sin darles la menor explicación, puedan a su vez dar testimonio.»