Los padres perfectos no existen. De hecho, no es la perfección lo que se busca en las relaciones afectivas, en particular en las relaciones entre padres e hijos. Todos tenemos en ocasiones comportamientos erróneos o irracionales. Somos seres humanos, cada cual con sus deseos y sus necesidades, que pueden entrar en conflicto con los de las personas a las que queremos. No hay nada malo en ello, y hay que aceptar el hecho de que toda convivencia supone algún que otro conflicto y alguna negociación. Sin embargo, hay límites que no se deben traspasar en la relación con los demás: los hijos deben aprender a reconocerlos, porque es para ellos una ocasión para crecer y madurar, y los padres deben enseñarlos.
Jesper Juul muestra cómo conjugar de un modo equilibrado proximidad y distancia, y ayuda a clarificar el proceso educativo en una sociedad en la que se han derrumbando muchas de las antiguas certezas en el terreno de la pedagogía y muchos padres tienen dificultades para dosificar autoridad e igualdad, respeto y responsabilidad.