En ningún otro movimiento artístico de la historia han coexistido dos artistas tan diferentes como Magritte y Miró. La razón es que, en su origen, el surrealismo no era un movimiento artístico, sino una estrategia filosófica. Se trataba de un modo de vida, de una rebelión contra el sistema que había sido capaz de producir la espantosa masacre de la primera guerra mundial.
El arte surrealista era espectacular e internacional, moldeado por los más oscuros e irracionales mecanismos del inconsciente, y la narración de Morris, cautivadora, ingeniosa y siempre entretenida, pone de manifiesto la impresionante variedad de enfoques de la filosofía surrealista, tanto en la obra de los artistas como en su vida.