En la civilización occidental, la educación ha constituido un instrumento de base que ha determinado los sucesivos cambios del orden social y de la cultura intelectual de todos los países integrados en ella. La educación, además, ha servido de vehículo transmisor de las distintas tradiciones culturales entre sí, facilitando su conocimiento, contribuyendo a su adopción y manteniendo un proceso fecundo.
El tomo primero desarrolla una amplia exposición desde el segundo milenio antes de Cristo, con los primeros ensayos de las culturas escritas de Mesopotamia y Egipto y los desarrollos posteriores, hasta la institucionalización de la Iglesia cristiana primitiva. El autor se detiene de modo muy particular en los logros de la cultura griega en sus distintas ramas por el significado que tienen para los pueblos que recibieron, directa o indirectamente, su influencia a través del Oriente helenístico y la romanización consiguiente de todos los países de la cuenca mediterránea.