SAL DEL LÍO es una guía deliciosamente humorística y absolutamente práctica para solucionar problemas. Aquí encontrarás nuevos enfoques, estrategias ingeniosas y un conjunto de ejercicios derivados del budismo zen, el misticismo occidental y la psicología profunda para ayudarte a resolver los problemas de la vida real.
Siendo un abogado fiscal en ejercicio, acostumbrado por necesidad a afrontar multitud de problemas propios y ajenos, Katchmer sabe muy bien de lo que se habla. Salpica esta obra con entretenidas anécdotas de su vida profesional y privada que pintan vivas imágenes de las complejidades de la vida y nos enseñan a sobrevivir en un mundo cada vez más complicado. Simultáneamente, va proponiendo sencillos ejercicios que enseñan a desarrollar y a confiar en la totalidad de nuestro potencial, tanto en la parte racional como en la intuitiva.
Los problemas de la vida son tan grandes o tan pequeños como queramos hacerlos. De modo que tómate un respiro, relájate un rato y descubre lo que SAL DEL LÍO puede hacer por ti y lo que tú puedes hacer por ti mismo.
El primer capítulo trata de la naturaleza humana y de una de sus principales características: la irracionalidad. El segundo capítulo describe el poder "sumamente efectivo, aunque extraordinariamente poco empleado" que nos da nuestra capacidad de plantear preguntas y de dirigir la energía de nuestros problemas. El capítulo tres propone diversos métodos y procesos para solucionar los dos tipos de problemas más difíciles: el problema nebuloso y el famoso problema trampa.
El capítulo cuatro amplía la metodología propuesta en el capítulo tres y enseña a "atrapar" un problema por medio de analogías. El capítulo cinco enseña a «actuar», a dar pasos para resolver el problema, ya que sólo la acción lleva a la solución. Finalmente, el capítulo seis pone en evidencia a tus problemas de un modo similar al empleado por Alejandro Magno en el campo de batalla. Alejandro mostraba a sus hombres que los temidos persas no tenían poderes mágicos; este capítulo te mostrará que tampoco los tienen tus peores miedos ni tus mayores preocupaciones.