Huyendo de una oscura amenaza y en búsqueda de su destino, August Zollinger abandona su pueblo natal y emprende un viaje que le mantendrá lejos de su casa siete largos años.
En este exilio admirable, el joven Zollinger descubrirá desde la ilusión del amor en la apartada garita de un triste empleo en el ferrocarril, hasta el sabor de la camaradería y de la amistad en las filas del ejército, en el que se enrola para escapar de la desesperación por una terrible pérdida y del que terminará por desertar, tras haber recorrido caminando todo el país. En la soledad sonora de unos bosques impenetrables, donde se refugia con la sola compañía de los árboles, sucede por fin el milagro, la revelación.
Pero antes de regresar a su hogar, cuya memoria mantuvo siempre viva, quien fuera ferroviario, soldado y ermitaño todavía ha de conocer el fracaso y el éxito, el anonimato y el reconocimiento. Será en una pequeña y bulliciosa ciudad donde August Zollinger descubra la dignidad de los oficios más humildes y el secreto placer de la obra bien hecha. Y es entonces, equipado ya para la vida y convertido en hombre cabal, cuando el peregrino puede retornar a su patria y trabajar en la imprenta con la que había soñado desde su infancia, acompañado ahora por sus fantasmas.
Con fina ironía y elegante sencillez, estas Andanzas trazan una parábola límpida sobre la condición humana. Una novela entusiasta y melancólica. Un relato para leer en voz alta.