Cuando el Sol se oculta, se suele levantar una ligera brisa en señal de despedida. Las estrellas empiezan a encenderse. Todo está a punto, el Sol está bajo la línea del horizonte pero sus últimos rayos todavía nos alcanzan, es el milagro de la refracción. En el fondo del valle resplandecen luces de pueblos cercanos. Alguien saca un termo, invitando.
Cae la oscuridad, va a empezar la función.
Cuando observemos, poco a poco, noche tras noche, seremos capaces de apreciar más detalles en el cielo. Irá pasando el tiempo, y sin saber cómo, conoceremos el firmamento como quien circula por una carretera que ha recorrido cientos de veces, recordando con exactitud cada rincón: las constelaciones, las estrellas, los objetos... Aquí hay un cúmulo, allí una galaxia.
Para el observador cada objeto del cielo es un pequeño misterio que descubrir. Cada galaxia y cada nebulosa contienen una clave y nos obligan a plantearnos unas preguntas: ¿Cómo llegaré hasta ella? ¿Estará al alcance de mi telescopio? ¿Veré sus brazos espirales? ¿A qué distancia está? ¿Por dónde empezar? En este libro se encuentran las respuestas a estas y otras preguntas que nos planteamos cuando queremos mirar al cielo.