«Invocar a Eros es invocar a la vida». Es el mensaje del joven haitiano que busca en la mujer, en todas las mujeres, la redención de los pecados del mundo por los pecados de la carne. Para Depestre sólo hay algo que no admite confesión ni perdón: renunciar al goce de los cuerpos y claudicar ante los que buscan reducir al hombre a una sombra asustada y obediente. Pecadores son para Depestre los que atentan contra el placer, los que tutelan estados dominados por dioses desnaturalizados que odian y temen la alegría de los cuerpos. En el mundo abigarrado y colorista del criollo haitiano, el encuentro con la mujer es iluminación, entrega sagrada al placer y la sensualidad, sinónimos de alegría y vitalidad. Nueve historias y un cuento de hechicero que dejan al descubierto el decálogo sexual masculino: una admiración y una entrega sin límites a la hembra, la mujer de cualquier país, raza o cultura capaz de entregarse libre e íntegra a su Don Juan caribeño.