El patrimonio cultural constituye uno de los ámbitos científicos más complejos de abordar, ya que, además de la diversidad de bienes que lo conforman, confluyen en torno a él numerosos intereses y efectos de tipo social, político, ideológico, económico, urbanístico, etc. Esta multidimensionalidad del patrimonio cultural ha propiciado que toda clase de agentes, disciplinas y colectivos se acerquen a él para extraer del mismo aquellos objetivos o beneficios que consideran legítimos a sus particulares intereses.
Este hecho está dando lugar en la actualidad al desarrollo de una serie de tendencias que pueden ser muy peligrosas para el patrimonio cultural, para el mantenimiento y la sostenibilidad de un adecuado sistema de reconocimiento y tutela del mismo. Tendencias como las relacionadas con la utilización de la memoria y la identidad como referentes para la patrimonialización de un bien, la expansión incontrolada del patrimonio cultural inmaterial, la suplantación de la tutela por la gestión, la simplista apelación a la participación ciudadana, la desconsideración de los procesos formales de declaración de bienes, y las implicaciones jurídicas que ellos implican, especialmente en los de carácter paisajístico.
Para poder transitar correctamente por este desconcierto patrimonial el autor nos induce a acudir a la seguridad de los límites de la ciencia (y la de sus profesionales), que otorga, en este caso, los principios y fundamentos de la disciplina de la tutela del patrimonio cultural, haciendo valer así el armazón científico construido a lo largo de siglos con el objetivo de disponer de un instrumento poderoso, universal, democrático, legítimo, justo, solidario, inclusivo... para defender uno de los más preciados (y apreciados) tesoros de la humanidad, su propia historia, su propia existencia. Evitar dilapidar este excepcional y universal logro es el objetivo de esta publicación.