La exposición versa sobre el desmantelamiento de la seriedad del sistema de pensamiento del ego, basado en el pecado, la culpa y el miedo. Dicho sistema se mantiene en su lugar debido a nuestra proyección de un mundo serio —a nivel personal y colectivo— cuyo propósito es que dirijamos nuestra atención hacia el cuerpo. De esta manera no prestamos atención a la mente tomadora de decisiones, que es al mismo tiempo la fuente del problema y la solución.
Pero el ego se deshace fácilmente cuando prestamos atención al amable hombrecillo (símbolo de Jesús) que está justo detrás de nosotros, y que siempre nos recuerda que nos riamos de su chiste: «Es un chiste pensar que el tiempo pudiese llegar a circunscribir a la eternidad…» Su presencia amorosa nos anima a afrontar la seriedad del ego, en todas sus formas, con una risa amable, un tierno cosquilleo y una dulce sonrisa.