Con sus tipologías, el enneagrama ofrece un mapa coherente, comprensible y claro de los nueve tipos de personalidad, expone sus cualidades y sus inconvenientes, llama por su nombre a las imágenes idealizadas y desenmascara los juegos y engaños que condicionan sus actitudes y relaciones. Pero el enneagrama no se detiene en el análisis y el diagnóstico, sino que ofrece itinerarios de crecimiento que permiten superar la propia complusión abriendo caminos concretos de maduración. En el centro mismo del enneagrama se encuentra la exigencia de asimilar los contenidos de la psicología y de la espiritualidad, con vistas a una integración global de la persona.