El Algarve se ha consolidado como destino de vacaciones agradables y bastante asequibles. Por suerte, lo ha conseguido sin destruir los rasgos que lo hacen tan especial. Las extensas zonas campestres del Algarve siguen siendo deliciosamente agrestes y vírgenes, así como sus numerosas ensenadas y calas donde perderse para pasar el día y, en la zona este, las playas de arena dorada son tan interminables que todo el mundo puede disponer de espacio suficiente.
Probablemente el mayor atractivo del Algarve reside en la combinación de diversos factores: playas, hoteles de lujo y cuidados campos de golf, discotecas y pubs, y mucho sol.
El paisaje y el clima se unen para dar vida en el Algarve a una región atractiva durante todo el año. En invierno luce un sol reconfortante. En verano la acción refrescante de las brisas del Atlántico mantiene el paisaje verde y el clima moderado. Al recorrer la región se encuentran vistas formidables: acantilados verticales batidos por las olas del Atlántico en Cabo de São Vicente; valles resguardados tapizados de naranjales; viñedos, olivos centenarios o castillos encaramados a una loma, con las casas apiñadas en las laderas, y barcos de pesca de vivos colores en los puertos.