Nuestra salud depende, en gran medida, de una columna vertebral flexible y adaptable a los cambios y tensiones a que nos somete la vida cotidiana. El estrés, la mala alimentación, las emociones desequilibradas, las relaciones no resueltas, la falta de ejercicio, el mismo momento del parto para las madres y los bebés, un pequeño accidente o una simple caída impactan en nuestra columna provocando una subluxación vertebral o interferencia del nervio. Cuando no hay subluxación, las órdenes que van del cerebro a todos los órganos a través del sistema nervioso pasan con fluidez y mantienen nuestro cuerpo sano y preparado para hacer frente a las enfermedades. La quiropráctica es un sistema de salud natural especializada en el sistema nervioso que cuida y restablece de manera sencilla, eficaz y segura la conexión con nuestro estado de salud. Los quiroprácticos que cuentan con más de seis años de estudios universitarios son especialistas preparados para corregir las subluxaciones vertebrales mediante sencillos ajustes manuales, método usado para liberar las interferencias del nervio y permitir así que el poder interno o "inteligencia innata" de nuestro organismo nos sane. "La salud es el resultado de que la inteligencia innata dirija al 100% el control de tu vida a través de los nervios de tu cuerpo físico", decía hace un siglo el científico y quiropráctico B. J. Palmer, que elevó la quiropráctica a la categoría de ciencia, hoy reconocida en muchos países y a la que acuden más de 25 millones de personas al año en todo el mundo. Poco a poco, la quiropráctica nos ayuda a cambiar hábitos, incide en nuestro estado mental, emocional y espiritual, mejora nuestra salud y nos aporta una mayor calidad de vida.