La reforma de la liturgia fue sin duda el fruto más palpable, inmediato y universal del Concilio Vaticano II que afectó a toda la Iglesia de rito latino en general, a todas y cada una de las Iglesias locales y a todos los fieles. Alma de esta reforma fue Pablo VI. Pero en la tarea de llevar a la práctica lo prescrito por el Concilio participaron muchos de los mejores talentos de la Iglesia, siendo el coordinador de todo el plan de la reforma y de su largo y complejo proceso el arzobispo Annibale Bugnini, autor de este libro. Cuenta detallada y documentadamente Bugnini cómo la reforma se llevó a cabo con fidelidad y obediencia absoluta al Concilio y al Papa, con profundo respeto y veneración hacia los textos y ritos litúrgicos consagrados por la tradición y bajo la cuidadosa supervisión de todos los organismos que velan por la pureza de la fe y el bien de todos, con el propósito firme de que la liturgia volviera a ser de verdad «la fuente indispensable del espíritu cristiano» por la participación del pueblo en ella y con un gran amor a la Iglesia.