Una de la funciones, y de los privilegios del adulto es la de propiciar o proponer juegos a los niños y las niñas y, si es posible, participar activamente en ellos. Como contrapartida, también le corresponde velar porque esos juegos estén en consonancia con el modelo de hombre y de mujer que perseguimos. De aquí surge, pues, la especificidad de este libro: se trata de una recopilación ordenada y sistematizada de 101 juegos no competitivos, es decir, centrados en el placer del juego y en la solidaridad. Los juegos que se ofrecen permiten jugar en ambientes diversos, utilizando objetos variados, para edades distintas y con agrupaciones de niños también diferentes. Las diversas posibilidades de los juegos – su versatilidad- impiden que podamos excusarnos y justificar así que los niños no jueguen o, lo que es más habitual, que no juguemos con ellos. Educar tiene muchos significados, seguro que jugar también.